1.9.16

No tiene título.

 

       Suelo pensar que tengo suerte, y como es verdad me lo creo.

      Hoy no sale nada. Ni bueno ni malo. Ni seis palabras. No puedo creer que sea una tía con suerte, y los días que no me lo creo, pues... Lloro. ¿Cambiaría una suerte por otra? Me quejaría los miércoles, jueves y domingos, y puede que el resto de noches de mi existencia. Escupiría desde la ventana y hasta tiraría alguna olla o cualquier trasto que tuviera a mano. Y quién me diría que no puedo, quién sería capaz siquiera de mirarme a los ojos y abrir la boca, si mis actos serían la verdad saliendo ilesa de esa explosión de sesos que ahora ves reventando un cráneo. Mira, se desparraman como helado de fresa derretido sobre una mesa, buscando siempre la manera de estirarse un poco más, buscando la manera de escapar. Ya no lo ves. ¿Te he tocado? Permíteme recordarte el sonido del hueso al estallar, las ondas que parecen salir de las mismas tripas retumbando entre las costillas incluso después de oírlas. Y  el sabor. El pinchazo bajo la lengua un instante antes de notar la mezcla ácida y dulce disolverse en saliva, convirtiendo la boca en jugo.

       Ha pasado un rato y ha pasado la locura. Sigo siendo una chica con suerte, salgan palabras o no.
   

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