26.7.16

A la izquierda lo que me salva, a la derecha lo que me mantiene viva.

        Esta noche soñé con sesenta y tres pegados a la piel y sin haber cambiado un pelo. No puedo explicar cómo lo sé, pero soñé con la ignorancia. Se había instalado sin prisa, apenas advertí cómo le iba ganando espacio a la curiosidad. Alrededor era todo oscuridad, sólo un metro cuadrado escapaba del negro dejando ver sesenta y tres puñaladas rasgando la carne, descargando los sueños que no hacían más que pesar.
      Ya despierta miro mis manos y por fin entiendo que no importa lo torpe que pueda llegar a ser, ni las veces que esa voz convulsione mi garganta haciéndome vomitar frases sin sentido; porque cada una de ellas apretaba una herida abierta que hoy puedo dejar sangrar hasta que ya no quede veneno. Hoy me libero de todas las ideas que no desembocan en una historia viva, de las historias que matan las mejores ideas pretendiendo su sitio en mi cabeza. Entorno la mirada con la determinación y la paciencia del cazador nocturno, no perderé de vista el objetivo, no más carreras inútiles. Ahora soy libre y nadie puede negármelo, mi verdad se desnuda y no volveré a cubrirla. No voy a pensármelo más tiempo, me bajo de la noria y que les jodan si no me comprenden. Para mí tiene sentido, es suficiente con eso.
       Seré lo que soy. Cada segundo de satisfacción por ello germinará en mí como semillas de paz creciendo en todas direcciones, ya puedo sentirlo. Y sin venir a cuento recuerdo la superficie desigual de tus dientes y pierdo el orden de mis pensamientos, el orden...

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