25.4.16

No comparto. Parte primera.


      Tintineo de llaves al otro lado de la puerta y, un instante después, escándalo de tacones y bolsas de supermercado por toda la casa. Me levanté de la cama con el pulso taquicárdico y di varias vueltas sobre mí misma, con la botella de vodka en la mano buscándole un escondite seguro.
        -Cualquier día te traga…
        -Si tuviera la intención ya lo hubiera hecho- dije frotándome los ojos.
        -Por lo menos podías cambiar las sábanas.
     
         Salí a la terraza envuelta en el nórdico y encendí un pitillo. Solo venía un par de veces por semana, pero su discurso era insoportable, siempre la misma mierda. Terminó de colocar las latas de comida precocinada y se largó sin más, así era mi madre, dispuesta a escucharme y darme cariño en todo momento.
       Me puse a pintarme las uñas, entretenimiento simple mejor que reprochar al aire lo que me quedaba con ganas de escupirle a ella. El día se presentaba interesante, basta que no puedas usar las manos para que necesites mear. Como pude me puse a ello y no hubo desgracias, pero en este caso (entre otros muchos) subirse las bragas era más complicado de lo que parecía. Me quedé sentada con la cabeza sobre el lavabo escuchando la nada que se colaba por el conducto de ventilación. La nada eran los vecinos discutiendo a gritos. No era capaz de entender lo que decían, pero intuí que el de la cagada era él. Ella gritaba unos segundos, él parecía pedir perdón, silencio, de nuevo ella chillaba y así hasta que pude vestirme y salir del baño. Por el pasillo los sonidos vibraban con más nitidez; la escena empezaba a irritarme cuando todo se calló con un golpe. No le di importancia, pero a falta de algo interesante en que ocuparse, mi imaginación tejía teorías a cuál más sangrienta. De vez en cuando salía al pasillo por si se escuchaba algo, pero nada. Me puse unas nike que había abandonado hacía tiempo debajo del sofá y abrí la puerta de entrada, dejando pasar un poco de aire fresco que agradecí.
        Se acumulaban las tensiones en ese punto de la casa y podía sentirlo. Un pie, otro pie, y ya estaba fuera del búnker. Apretaba el manojo de llaves concentrándome en ese dolor, si aguantaba unos minutos podría subir las escaleras y comprobar que todo eran imaginaciones mías. Era lo más difícil que me había exigido en los últimos meses, ya ni siquiera pensaba en salir a la calle como la gente normal, pero esto era importante, joder que si lo era...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aquí puedes insultarme.